En este capítulo, el Padre José reflexiona sobre la importancia de la preparación silenciosa y perseverante, inspirándonos en la vida oculta de Jesús en Nazaret y en la fidelidad de Ana, la profetisa. Las grandes cosas no se logran de inmediato, sino con paciencia, amor y sacrificio. En un mundo de inmediatez, esta reflexión nos invita a valorar los procesos y a construir nuestras vidas con raíces profundas, siguiendo el ejemplo de Jesús.

En este décimo sexto capítulo, el Padre José nos recuerda que en Navidad, Dios se hace humano y solidario con nosotros. Es tiempo de abrir el corazón y no caer en la indiferencia. Así como en Belén no hubo lugar para María y José, hoy debemos dar lugar a quienes sufren y necesitan. Compartir y acoger es la verdadera manera de recibir a Cristo.

En este décimo quinto capítulo, el Padre José destaca el ejemplo de Juan el Bautista, un profeta auténtico que preparó el camino para Jesús con una vida de coherencia y humildad. Mientras el mundo busca grandeza en el poder y la opulencia, Dios se manifiesta en los sencillos y en los humildes. El Adviento nos invita a abrir los ojos y el corazón para estar en sintonía con la voluntad de Dios, que siempre pasa por amar y más amar. Siguiendo el testimonio de Juan, estamos llamados a preparar el camino para que otros también puedan encontrarse con Jesús.